Un libro con los primeros rayos de sol
Ayer, 26 de abril, cuando los primeros rayos del sol se cuelan entre el follaje cerrado de jazmines, manzanos, membrilleros, rosales y granados, la Huerta huele a hierba recién cortada, y sólo se oye el ruido cadencioso del agua cayendo en la pileta de la Sirena, el canto alegro del verderón y el croar de las ranas. Hace fresco a estas horas de la mañana. Acabo de desayunar, pero voy a tomarme el postre con una ración de lectura de un par de capítulos del libro de Pilar de Arístegui antes de continuar la tarea iniciada ayer de desbrozar hierba en las terrazas, plantar las semillas de calabazas que me ha traído mi hermana Manolita y escardar las tomateras. No sé si mi dolor de huesos dejará que alcance tantas tareas, pero tal vez lo consiga alternándolo con descansos leyendo junto al bálsamo revitalizador de este rincón del paraíso.
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