La pequeña sabiduría para la fertilidad de la tierra

El Abuelo, mi padre, se presentó por la mañana diciéndonos si plantábamos la hortaliza. Así de claro, un nonagenario desafiando a su hijo y su nieta.
Con la escardilla en ristre, trazó como un ingeniero de la mejor agricultura, los arroyos de tomates, pepinos, berenjenas,etc., teniendo en cuenta las pendientes del terreno, y el mejor rincón en función de las sombras o los cultivos del año anterior.
Este año tendremos buenos frutos, porque mi padre ha estado ahí, dándonos una clase magistral de agricultura tradicional, la que nunca se tendría que haber perdido.
Agradezco infinitamente el gesto de mi padre. Nos ha llenado de alegría y energía para cuidar la huerta con mucho mimo, sabiendo el amor que él le tiene a este terruño.

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