Collejas




Es una verdura silvestre que la hemos comido toda la vida, bueno, cuando la vida estaba más ligada al medio natural. Pero hoy, mira tú, justamente es el tiempo de las collejas. Y ahí está Cecilia y Claudia recogiéndolas de la Cañá de José Duro, el mismo sitio de toda la vida, frente a la puerta de la huerta. Este barranco, porque es un barranco, fue la referencia no sólo de las collejas, sino también el lugar donde se echaban los burros, cabras y ovejas que se morían, y todavía algo más práctico, uno de los sitios preferidos como retrete cuando no existía cuarto de baño por estos lares. No estaba alejado de las casas y, sin embargo, oculto a las miradas. Y entonces no había papel. No llegaban los periódicos, ni se compraban en las tiendas para poder contar con el envoltorio de papel de estraza.Por lo tanto, lo más suave para limpiarse el culo era saber elegir bien las piedras mientras desaguabamos.
Bueno, no parece muy oportuno recordar experiencias tan escatológicas cuando trataba de recrear lo idílico de estas mujeres rodeadas de flores en primavera y recobrando la memoria histórica de la recogida de collejas silvestres.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Con mi padre, escribiendo su memoria de la célula campesina del Monasterio

Las huertas históricas de Úbeda en peligro

Menos mal que han salido amarillas las flores de los jaramagos