Y llegó la nevada











Dije días anteriores que si llegaba la nevada se remataría positivamente el invierno. Tras un mes de agua aquí esta la nieve, que además se puede incrementar en la semana que comienza.
Con tiento hemos ascendido esta mañana la montaña, hasta la huerta, por un carril cubierto de nieve y placas de hielo. Ibamos, Damián y yo, con la idea de que el coche no podría llegar hasta arriba, y por tanto, que tendríamos que hacer un buen tramo a pie. No fue necesario. El todoterreno se portó como un jabato, y subió sin dificultad.
La nieve era una verbena de huellas de animales de diferentes tipos. Tal vez zorros, garduñas, ginetas...No las sé diferenciar. Alrededor del comedero de los zorros en la huerta las huellas eran tan numerosas que parecía un muestrario.
Dos gallinas andaban picoteando las aceitunas del suelo cuando deberían estar encerradas en el gallinero. El último día las dejamos fuera sin darnos cuenta. Y han sobrevivido.
De las canales del tejado de la cabaña pendían enormes chupones de hielo como espadas. Las ramas de los olivos, el laurel, la falsa pimienta, los pinos y encinas andaban postradas por el peso de la nieve. Todo vestido de blanco como la mejor postal navideña.
Silencio, hoy nadie trabaja, sólo se oye el rumor del agua que desciende por el barranquillo y el canto de petirrojos y pinzones.
Las yeguas han empezado a relinchar. Nos han oído. Tienen hambre. Les llenamos los comederos de paja y grano de cereales en una espuerta. También abastecimos de pienso a las gallinas, recogimos los huevos y de vuelta a casa.
El Puerto del Topo, la Loma Jaral, las profundidades del valle que termina en Sierra Mágina, tapizados de blanco,y moteado el lienzo por el verde oliva plateado de las ramas descubiertas de nieve.
Dejamos atrás un paisaje alpino, difícil de identificar con nuestras sequías y meses de verano interminables. El agua discurre por todas las vertientes, el aire es limpio y el cielo luce un azul muy claro.




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