Club de los linces
Ayer asomaron en la huerta mis hermanas con una caja de cartón empolvada, repleta de libros, papeles, minerales, discos, y cromos de mi infancia y adolescencia. Estaba guardada en un trastero de la casa del pueblo, me imagino que bajo un montón de otras cajas de recuerdos que nunca se quiere uno desprender. Claudia y yo nos enfrentamos a ella con la curiosidad, la impaciencia y el deseo de quien está ante un cofre que parece un tesoro. Nos acomodamos en la mesa grande del sombraje exterior de la cabaña, cuando el sol empezaba a esconderse, y se nos hizo muy de noche cuando sacamos la última sorpresa. Desfilaron los libros de primaria de la primera mitad de los sesenta. Eran un solo libro que recopilaba todas las materias que uno debía saber. En mi libro de tercero de primaria me hablan de la vivienda del hombre-entonces se escribía sin perspectiva de género omitiendo lo de "y de la mujer"-; el clima; las producciones de calidad que aprovechaban para enseñarnos matemáticas, si